Cordura y locura

 La locura, como la cordura,
es una forma de estar en el mundo.

No en la realidad, o en lo que decimos que es realidad,
sino en el mundo.
El cuerdo – o el que piensa que lo está-
puede sin embargo vivir
en una realidad extraña,
y ocurre muchas veces
que nadie quiera compartir con él lo que propone,
sintiéndose en este sentido mentalmente contrariado.

Son los cuerdos, los que suelen buscar ayuda terapéutica.
Los locos… «saben que no la necesitan».
Por eso son forzados a recurrir a ella…
nunca lo harían por propia voluntad.

Al loco, al contrario que al cuerdo,
no le hace falta que nadie
comparta con él   el mundo que vive:
sabe “de sobra” que su mundo es el cierto,
y la opinión de los demás,
le trae completamente “al fresco”,
también la de los profesionales sanitarios:
ni la necesita, ni la requiere.

Esta es una de las ventajas,
y de los placeres que tiene la locura:
saber, de cierto,  que lo que se vive
es la verdad en esencia. Una de las razones
por las que al loco…  le gusta estarlo.

Decía Neruda:
«Hay un cierto placer en la locura…  que solo conoce el loco».