La consulta del psicólogo

La consulta del psicólogo, en ocasiones,
se convierte en un confesionario cómodo,
en el que el paciente busca más el “perdón” que el tratamiento.

A cuenta de nuestros “servicios verbales”,
un tanto de comprensión
y mucha mano izquierda,
algunas personas que prefieren penitencia
quedan normalmente satisfechas
a base de dar normalidad a lo que nos cuentan,
y que curiosamente, salvo para él o ella,
suelen consultar por cosas muy cerca, como digo,  de lo corriente,
… y mejor que sea así.

Pero como el “dolor de corazón” es un dolor incómodo…,
la mala conciencia tres cuartos de lo mismo,
y el refugio religioso ha decaído en su uso,
el psicólogo, suele hacer el papel de franquicia clerical
que algunos afectados buscan
con el propósito de expiar sus culpas.

Antes, la institución religiosa, entre sotanas,
cumplía,  como tratamiento, en estos trances,
pero hoy es la consulta psicológica
la que, de vez en cuando, suple este papel.

La ventaja, es que además de aliviar el dolor moral,
la consulta obliga al terapeuta  – cuando lo menos y si el consultante «se deja»-
a poner en orden ideas y pensamientos,  y colocar «las cosas» en su sitio
algo que  favorece tanto al paciente como al clínico.
Naturalmente, no todos los casos son igualmente sencillos,
aunque no conviene perder de vista la, a veces, denostada simplicidad
cuando lo consultado, no requiere,
sino poner en sensatez lo que acaece… cosa no siempre fácil.