Hoy, nuestra sociedad, exige de respeto:

Respeto a las religiones e ideologías, respeto a las posiciones políticas, respeto a las distintas formas de pensamiento, de género… y un largo etcétera, casi interminable.

No sé si estamos en la dictadura del respeto…

 Gustavo Bueno, pensador y filósofo, se pregunta, y yo también, si tanto respeto a tantas y tan distintas cuestiones, no nos conduce a un “todo vale”.

Un todo vale, en el que seguramente, y desde la conciencia personal de cada cual, se estará más en desacuerdo que otra cosa.

 Sin embargo, tanto respeto, añade un valor individual, hoy bien cotizado:

nos convierte en “tolerantes”.

Es el diezmo que recibimos a cambio de la domesticación y mansedumbre de la que nos hacemos cómplices en una sociedad que desde las instancias de poder saben sacar partido a tal sometimiento..

 No sé si es bueno para uno mismo admitir tanto respeto.

 Lo que sí me parece, es que es bueno para quien desea que el ser humano se encuentre subordinado a una docilidad y obediencia que impida la puesta en práctica de su propia manera de pensar y de ser.