El hecho traumático hace que muchas veces me asalte la duda de cuándo un acontecimiento es, realmente traumático. Naturalmente tengo la idea de lo aterrador y de lo horrendo a que muchos momentos de la historia nos ha expuesto en el devenir de los siglos; y sé que comparar espantos, puede hacer perder perspectiva respecto de la magnitud del acontecimiento que en sí los origina. Sin embargo, estoy de acuerdo con quienes sostienen que todo evento extraordinario, no habitual o indeseable puede ser calificado de traumático. Creo que no es un despropósito considerarlo así, pues se produce en quien lo vive un efecto devastador del psiquismo.
¿A qué llamamos trauma?
Calificar una situación como traumática por la potencia o intensidad que el consenso social le asigna, es adjudicar un rasgo propio del orden psíquico a un evento del orden social, con toda razón justificado. Pero esto no quita para que la realidad de lo que es adjetivado como trauma en el orden social, se pueda imponer sobre la conciencia individual, adquiriendo así lo singular el dominio de lo traumático.
Hay factores múltiples de pérdida y desolación afectiva que muy bien cabrían en esta constelación. Naturalmente que los estados de excepción como lo son las catástrofes naturales, guerras, campos de concentración o cualquier otro peligro considerado gravísimo no puede pasar de largo sin dejar una huella imborrable en quién se ve incluido en tales padecimientos, como tampoco en quien es espectador de los mismos, pero también existe un impacto emocional lacerante en los que de forma privada y no colectiva se enfrentan al desamparo o a la pérdida irreversible de algo que “era suyo” porque era amado.
Definición de trauma
En relación con lo anterior, sintonizamos con quienes piensan que tanto los fenómenos plurales como lo singulares pueden significar un estado de dolor tan intenso que se constituya en algo disruptivo para la persona; en algo traumático si preferimos.
Abordar el trauma
Debemos considerar de cara a la recuperación de pacientes con vivencias traumáticas. que explorar en profundidad los recuerdos de estas experiencias con el objetivo de reintegrarlas en una narración vital coherente, al tiempo que se desactivan los afectos tan negativos asociados a tales recuerdos nos parece una sugerencia valiosa y terapéutica. Así mismo, interceder para intentar la remisión de los recuerdos al pasado (historizándolos) abre las puertas que permiten concebir un futuro.
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