Debemos distinguir entre la realidad dada, y otra, la realidad vivida, que es la perspectiva que de esa realidad adquiere la persona: su significado.
Cualquiera que sea el panorama vivencial que de la realidad adquiero, lo acaecido, en todo caso, es una organización categorial hecha por mí.
Si tratamos ahora de delimitar cuáles son las categorías fundamentales de toda realidad vivida – es decir, aquellas que van a servir para revelar cuál es mi singular situación frente a la realidad objetiva y que se pueden resumir en dos categorías de la misma:
Hay, en primer término, “una realidad sentida, pero desatendida aún”. Se trata de una realidad que me condiciona y ante la cual y porque precisamente no estoy atento (con los cinco sentidos) a ella, solo puedo tener una relación que podemos llamar cosificante. Por ejemplo, si yo no atiendo al escalón que ante mí hay, y que indudablemente condiciona mi relación con lo espacial de la situación en la que ahora estoy, mi relación con él es de pura cosa con cosa. Y sin embargo, me condiciona, porque puedo tropezar con él, con las consecuencias que de ello puedan derivarse.
En segundo lugar, hay “una realidad percibida”, que como tal, lleva consigo un pre-juicio de valor.
De mi campo perceptual, de mi realidad, selecciono entre aquellos elementos que me importan (a mí) y aquellos otros que no me importan (a mí).
Hay toda una gama de intereses posibles.
Pero incluso, aunque se trata de una realidad percibida, y que no tiene por qué importarme, y de hecho puede no importarme, no obstante la percibo, es decir, he realizado un proceso positivo-activo con respecto a ella, y como resultado de esto, destaco lo que me importa de ella, que será aquello en lo que posteriormente me podré fijar.
Esto es, se producirá una selección de lo que de toda ella, significará posteriormente para mí y guardaré como recuerdo.
Estamos pues en la realidad, pero operamos y elegimos sobre ella.
La persona, en todo momento está en la realidad, pero está de una forma precisa, concreta. Porque ante la realidad, no se está simplemente, sino que se está como ser humano, esto es, como persona.
Y las personas, resulta que somos heterogéneas, y elegimos y nos fijamos del “todo” que se nos ofrece o presenta, solo en aquello que nos llama la atención; y nos llama la atención solo algo del “todo” que cualquier situación nos propone.
En la clínica, sin ir mas lejos, podemos averiguar cuáles son los motivos individuales y probablemente sean objeto de abordaje cuando un paciente fija su atención en exclusividad en un “algo”, que, por otro lado, le perturba.
Esa es la función de psicólogos y psiquiatras: abrir los ojos y ver.
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