La importancia de lo que siente el paciente, es fundamental en la relación terapéutica.

Démonos cuenta de que hay, pues, una realidad dada, sobre la que mi actitud marca una reestructuración de la misma, que la convierte en propiamente  mía.
Se constituye como mí situación.
Con otras palabras, el cambio que introduzco en la realidad dada, reorganiza el “campo” en el que estoy, y me coloca en una situación nueva, única y propia.

La realidad de un instante, y quizá esta sea la conclusión más importante de este breve análisis, no es por tanto homogénea.
Su complejidad viene dada por el hecho aparentemente paradójico de que la realidad en un momento cualquiera, siendo una, es, al mismo tiempo, heterogénea (ser una para mí no necesariamente lleva consigo el hecho de que sea una –la misma- para el otro).

De este modo, podemos darnos cuenta como en la consulta, la exposición de un problema menor, no resulta, ni mucho menos, ser así en la figura del paciente, que por él consulta, y lo hace, porque sufre por él.
Nunca hay que restar importancia a lo que el paciente transmite como origen o síntoma que ahora le preocupa y trastorna.

Antes al revés, es necesario para quienes le vamos a atender, tratar de saber el significado que para él tiene eso que ahora le angustia