Acercarnos a un ser humano, es acercarse a las “interacciones que ese ser humano establece con todo lo demás que no es él mismo”.

Podríamos muy bien decir, que “no somos nada sin los otros”, y desde el pensamiento de Sullivan esto viene a tomar cuerpo cuando considera “la soledad como la más dolorosa de las experiencias humanas”… quizá, porque no somos, sino por los demás, y por lo tanto, en el trance de la soledad, de alguna manera, dejamos de ser: no somos.

Es en la terapia donde se puede vislumbrar que el hombre se encuentra sometido a “sus  inevitables relaciones”. Recuerdo las palabras de Roberto Llonghi -18  de Octubre 2011- Ciclo de Conferencias  patrocinadas por el Instituto de Psicoterapia Relacional, que versaba  «Alrededor de la Identidad»-  cuando menciona “al otro inevitable”. Es por ello que en la relación terapéutica se ha de poner el énfasis en las inter-relaciones, más que en las fuerzas “intra-psíquicas”… “Es en la consulta, donde la historia clínica se hace biografía” dirá Castilla.

Todos nacemos en una clase de organización social que se nos presenta acontecida de antemano, y tenemos que adaptarnos (en cierta forma) a ella (cultura, valores, prejuicios, creencias…) esto es, a un mundo de indudable complejidad.

No obstante, todo eso que de alguna forma le es impuesto al ser humano desde el inicio de su vida, y que constituyen las primeras experiencias de la persona que se es,  sólo son importantes cuando se materializan en un modo particular de vivirlas,  o lo que es lo mismo,  cuando la persona (el sujeto) transforma esas experiencias en  significados.