En la consulta, la exposición de un problema menor (menor para nosotros como terapeutas), no resulta, ni mucho menos, ser así.

En la figura del paciente, que por él consulta, y lo hace, es porque sufre por él.

Nunca hay que restar importancia a lo que el paciente transmite como origen o síntoma que ahora le preocupa y trastorna.

Antes al revés, es necesario para quienes le vamos a atender, tratar de saber el significado que para él tiene eso que ahora le angustia.

Será en un momento posterior, cuando podamos de forma empática, relativizar la dimensión del problema.

Incluso sustraer al menos un montante de la importancia que tiene para nuestro paciente.

Pero de principio, lo que el paciente interpreta sobre lo que le pasa, ha de ser consideradamente atendido.

Y atendido, en un dialogo abierto que permita al terapeuta recabar datos que le hagan saber del  por qué  de la importancia de aquello que nos es expuesto en consulta.

Hay que ser de que no hay  interpretación única e infalible, sino confiar en que hay múltiples interpretaciones que podemos y debemos someter a contraste con nuestro paciente.