Lo que con más frecuencia uno se encuentra en la consulta es sufrimiento… dolor personal que viene a ser considerado por quien lo expone como irremediable. 

Y es cierto que los pacientes lo viven así, como algo irremediable. Como un irresistible malestar que les inunda de forma envolvente y general.

 Psicólogos y psiquiatras, digo yo, no debemos ser gente muy normal,.

Es cierto que uno se va a costumbrando al sufrimiento del otro, pero no es menos cierto que aunque el sufrimiento en todos y en cada uno es parecido, no se manifiesta de igual manera.

Digo esto porque si bien no nos gusta el sufrimiento del otro, tampoco es menos cierto que tratamos cada día con su presencia, y no solo no huimos de él sino que dejamos que nos busque y nos envuelva.

A veces, no nos queda otra, que sufrir con el paciente.

Cuando uno no encuentra de inmediato la forma de aliviar al consultante, alguna vez le he dicho que de momento «podemos sufrir juntos».

Generalmente en el dolor de quien consulta no está solo en su biografía, ni mucho menos.

Aunque el consultante suele tender a relatarnos que su sufrimiento le acompaña desde siempre, en todos sus acontecimientos interiores …  y a toda hora.

 Más bien, suele ocurrir que uno encuentra en el relato del otro momentos de su vida que no se han clausurado y que le confunden en un desordenado desahogo..

 Si algo uno aprende de estas tristezas, es a no trivializar nunca las lágrimas del otro: todos los dolores son muy parecidos.