Todo sentimiento adverso  por parte de mí mismo, puede traer consigo la suficiente carga emocional negativa como para constituir un estado emocional.

Un estado emocional que haga precisa una intervención terapéutica.

Esto es así porque no es solo y exclusivamente lo que la persona siente hacia sí misma lo que origina una alteración personal en ella.

Es decir, que a esta auto-percepción hay que sumarle lo que la persona siente sobre lo que los demás le hacen ver de cómo es ella.

Esto es: de lo que le dicen (con palabras o no) sobre su identidad.

Es precisamente esto último lo que en la mayoría de de ocasiones convierte a un sujeto en “paciente”.