Trabajando entre dos: una manera de intercambio emocional. Sabemos que todo desarrollo personal tiene lugar, indefectiblemente, en un contexto intersubjetivo, desempeñando este un papel constitutivo en cualquiera de las  formas de psicopatología que se puedan presentar.
No se pueden comprender los fenómenos clínicos fuera de “la situación siempre intersubjetiva” en la que cristalizan.
En esencia, la propuesta fundamental de este modo intersubjetivo de pensar,  es el  desplazamiento a la primacía motivacional de la afectividad.

A diferencia de los impulsos, que se origina en las profundidades del interior de un aparato mental aislado, el afecto —es decir, la experiencia emocional subjetiva— es algo regulado, o mal regulado, desde el nacimiento, dentro de los sistemas relacionales que nos son sobrevenidos. Por tanto, considerar el afecto como núcleo central de la motivación implica una contextualización radical de todos los aspectos de la vida psicológica humana, así como de la situación y proceso terapéutico.

Una gran variedad de escuelas psicológicas, tradicionales y contemporáneas, están condicionados por la doctrina filosófica cartesiana de la mente aislada.
Las propuestas relacionales, se dirigen hacia las relaciones personales en la constitución de toda experiencia. Y experiencia es, naturalmente, la experiencia terapéutica, en donde se desvela la intimidad personal.