Escucharse, hablar a uno mismo es, probablemente, la definición más elemental de conciencia.
No obstante, cuando uno se habla a sí mismo, nunca está solo.
En la conversación siempre intervienen muchos de los que nos rodean:
familia, hijos, amigos, y varios NO invitados más.
Es muy difícil estar solo incluso cuando uno lo esté físicamente.
Las cadenas y los muros de los que nos rodean, no se ven con claridad, son casi siempre invisibles.
Aunque no por ello, menos reales o insuperables.
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