La psicoterapia en los sentimientos de culpa, en la práctica clínica, se observa que se siente ese mal-estar que acompaña a la acción culpable, sin que se sepa por qué, ni se sea consciente de la acción que lo produjo.
Y es verdad que así ocurre, pues en estos casos, el mecanismo de defensa que el sujeto ha utilizado frente al acto culpable es el olvido (la represión en sí).
Igualmente hay ocasiones, en las que utilizamos otro mecanismo de defensa, frente a la pesadumbre que nos genera el acto culpable, y que no es otro que la racionalización: “era muy inexperto…”, “era muy joven para entenderlo… ”, “esto lo hace todo el mundo…”, “no podía hacer otra cosa…”
Pero tales mecanismos de defensa no son suficientes.
Son meras soluciones de compromiso y solo producen relativa calma.
Por otro lado, la expresión de la culpa, no se hace solo con palabras, también el gesto contrito es expresión de quien siente la pesadumbre de la culpa.
Con esa expresión contrita de nuestro estado del ánimo culpable, decimos de nuestro arrepentimiento.
¿Que se busca con esta expresión de la culpa?
Con la expresión de la culpa se busca, naturalmente, y así debe ser, la compasión de los demás, entendiéndola no tanto como consuelo, sino como de demanda inaplazable de que se le perdone.
En última instancia, la función de la culpa es crearnos una situación tal que por sí misma la haga intolerable y exija su urgente superación.
Decíamos antes, que todo hacer es un hacer para otros, el cual nos devuelve un hacer de esos otros para mí.
No solo se me califica por los demás según hago, sino que yo mismo tengo la evidencia de que soy como hago.
En palabras del Dr. Castilla de. Pino: “… me he hecho como hago”.
Los hombres no somos decentes o indecentes hasta tanto que con nuestro hacer no solo comunicamos abiertamente a los demás de cómo somos, sino que nos decimos a nosotros mismos lo que somos.
La psicoterapia en los sentimientos de culpa no solo exige purgar la culpa, ex-culparse, supone la reparación, pero además requiere de un nuevo hacer (no culpable).
Sin ese nuevo hacer, no queda la culpa reparada.
Este es el objeto de la psicoterapia: el intentar instalar en el paciente un nuevo hacer, que repare la culpa que le angustia y le perturba.
Es más, según Castilla, “hay que dudar siempre de la autenticidad del deseo de cambio, que tras la conciencia de culpa, se agota en el mero y exclusivo lamento, en la simple expresión de arrepentimiento”
… “No hay solo que arrepentirse de lo hecho, sino, simple y llanamente hacer de modo que, a partir de ahora, la situación suscitada por la conducta culpable no pueda volver a darse”, puesto que por ella sufro.
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