Sobre el sentimiento de culpa y el de vergüenza existen similitudes pero en mucha más medida diferencias.

Es difícil definir la vergüenza. Más que nada, porque es un sentimiento donde nadie quiere quedarse.

Hay sentimientos como la tristeza, la culpa en las que somos más permisivos. Digamos que nos fastidian, pero podemos tenerlos.

Sin embargo uno ha de pasar por la vergüenza de puntillas, sin hacer ruido, y además, es un sentimiento muy penalizado por la persona que lo padece.

Podemos definir a vergüenza, como un sentimiento de no derecho (como de ilegitimidad), de no ser digno de pertenecer a un grupo.

La vergüenza tiene una serie de correlatos físicos, como el enrojecimiento, o la imposibilidad de sostener la mirada, sensación de calor en el rostro, aceleración del pulso, sensación de vacío en el estómago y en el vientre.

La manifestación conductual, es la busca de la huida y la ocultación y por último, a nivel mental existen una serie de pensamientos que denigran a la persona, y la categorizan como inferior a lo que le rodea. Uno se siente despreciable, malo, en muchas de las ocasiones, sin serlo.

La culpa es un sentimiento, que suele confundirse con la vergüenza.

La culpa se establece cuando la persona ha roto algún tipo de código que rige a un sistema social. Dicho código puede hallarse de forma implícita o explícita. Yonteff habla que si “la sanción por la culpa es el castigo, la sanción por la vergüenza es el destierro, o el aislamiento”.

Para Ronald y Patricia Potter-Efron, a diferencia, de la vergüenza, que está en el ser, la culpa está en el hacer. Ambas pueden aparecer juntas, formando un círculo vicioso. Por ejemplo a la hora de independizarse de sus familias, las personas sienten culpa, por la ruptura, y a la vez pueden sentir vergüenza, si están fracasando en su proyecto de independencia.

En nuestro viaje personal, a menudo nos encontraremos con ambos sentimientos.

Es fundamental no huir de ellos, ya que dicha huida impide quedarse en la experimentación, y en la asunción de responsabilidad.

La vergüenza y la culpa son estados que lo mismo pueden servir para crecer, que para bloquearnos. Las dos nos dan una salida. Es posible que la de la culpa sea el asumir la responsabilidad sin mortificarse, y la de la vergüenza sea la de asimilar lo que soy, aceptando ante los otros mi diferencia.