Hay que hacer ver al la persona, ahora paciente, que tiene que tomar conciencia, de sus posibilidades de acción.

Debe considerar de cómo esa acción, al mismo tiempo que se asume con responsabilidad, está creando ya las condiciones para la nueva  situación reparadora.

Lo que hay que vencer sobre la marcha, es la  indecisión existente surgida del temor a la recaída en una nueva acción errada.

No basta, con eso que llamamos  catarsis, para que la “curación” se lleve a efecto.

Hay que acompañarla de otras decisiones, pues la curación no es nunca asunto exclusivo de la persona, sino también de su situación.

De esta forma, mientras el análisis procura una concienciación del pasado como ya hecho, la acción que desde ahora se realiza,  la nueva acción, procura al sujeto la concienciación de sus propias posibilidades en el presente y en el futuro.

La única solución – esto es, la solución real-  está en la toma de conciencia de la realidad conflictiva.

Esto es, la toma de conciencia del fracaso anterior, para así marcar una etapa en la que una lúcida visión de lo real sea considerada definitivamente en la persona.

Visión real que, quizá, conduzca a una pobre y escasa aceptación de posibilidades, pero en las que, sin embargo, por breves y escasas que sean, el paciente ha obtenido,  en ocasiones  por primera vez, la experiencia de su libertad,  dándole la posibilidad de vivir.