Nuestra relación con el otro procede, entonces, de la teoría que inicialmente construimos sobre él.

Teoría que iremos modificando al compás de las sucesivas actuaciones que “yo vaya viendo” del otro hacia mí.

Podemos decir, con ciertas garantías de acierto, que de las actuaciones que el otro hace para mí infiero, a la vez, qué teoría se ha podido formar él de mí.

Es muy importante tener en cuenta esto último, esto es, que el proceso ocurre de forma dialéctica (lo que ocurre de mí hacia el otro, también ocurre del otro hacia mí, se haga o no de una manera consciente) y que por lo tanto, según yo haga, construirá el otro una teoría sobre quién y cómo yo soy, por lo que puedo hacer que alguien piense de mí… lo que yo quiera en un momento determinado, solo con intervenir, conscientemente, en la forma que elija para operar, naturalmente,en función de mis intereses.